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El Año Es 2025 y Todavía Estamos Haciendo Resoluciones

Pact of Faith

Nueve días después del primero de enero, y estoy segura de que todos podemos decir que la emoción del Año Nuevo, la Navidad y el Día de Reyes probablemente ya se ha desvanecido.


Incluso me atrevería a decir que muchos de nosotros ya estamos luchando con resoluciones que parecen más difíciles de mantener de lo que esperábamos. Tal vez te hayas comprometido a leer más, finalmente convertir el garaje en un gimnasio en casa en lugar de un trastero, o incluso hayas aceptado lo inevitable y reservado ese viaje tan retrasado al barbero para despedirte de esos últimos cabellos rebeldes que se aferran a tu cuero cabelludo por pura terquedad.


Todos los anteriores son grandes objetivos. Aquí no hay juicio, sin embargo—y solo tirando una idea—¿y si la clave para realmente cumplir estas resoluciones no se encuentra en comprar un Kindle o hacer la limpieza sueca? ¿Y si la clave para cumplir estos objetivos es mucho más simple?



¿Qué crees que pasaría si tomáramos la decisión consciente de rendirnos a la voluntad de Dios y creer que todo lo demás, todas las cosas buenas que Él tiene reservadas para nosotros, seguirán?

La Biblia dice en el libro de Apocalipsis 3:8 que Jesús dice: "Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar."


Si aferramos esa promesa como creyentes, ¿no debería ser la única resolución que realmente importa—la que abre todas las demás puertas—comprometernos a una relación más profunda con Jesucristo?


"Ya, pero ¿cómo me va a ayudar seguir a Cristo a limpiar mi garaje?" Buena pregunta. Aquí está la cosa: cuando te comprometes a una relación más profunda con Jesús, Él no se queda solo en las partes espirituales de tu vida—Él lo transforma todo. De repente, limpiar tu garaje no solo se trata de desordenar; se trata de crear espacio para la paz, el orden y tal vez incluso ese tan prometido gimnasio en casa.


Cuando dejamos que Cristo nos guíe, hasta las tareas más mundanas cobran propósito. Él nos da claridad para priorizar, fuerza para enfrentar lo que parece abrumador y alegría en el proceso.


El punto clave es que cuando hacemos a Jesús el centro de nuestras vidas, algo tiene que cambiar.
  • La dirección se vuelve clara. Pasar tiempo en Su Palabra y en oración nos guía en nuestros próximos pasos, incluso cuando la vida parece incierta.

  • La fuerza se renueva. Las resoluciones a menudo fallan porque intentamos lograrlas con nuestras propias fuerzas. Jesús nos invita a apoyarnos en Su poder en su lugar.

  • Las prioridades se alinean. Cuando nos enfocamos en Cristo, Él nos ayuda a discernir lo que realmente importa y a dejar ir lo que no.


¿A quién le importa si ya se fue el confeti de Año Nuevo y el pastel? Lo que importa es que te han regalado un nuevo día, ¡una nueva oportunidad para empezar de nuevo con Jesús! Aquí te explico cómo:


  1. Prioriza el tiempo diario con Él. Abre tu Biblia y deja que Dios te hable.

  2. Ora con propósito. Habla con Dios sobre tus metas y pide Su dirección.

  3. Mantente conectado a la comunidad. Rodéate de creyentes que te animen y te fortalezcan.


Jesús promete abrir puertas que nadie puede cerrar—y cuando digo nadie, es nadie. Pero el primer paso es dejarlo entrar en cada área de nuestras vidas.


Así que, que este sea el año de las puertas abiertas—no porque hayamos perfeccionado nuestros planes, sino porque nos hemos rendido a los Suyos.

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